Mojácar tiene sus raíces aún tangibles en un patrimonio cultural rico y diverso. Dará forma para siempre a la apariencia física de las personas y al carácter de sus habitantes. A principios del siglo VIII, la península ibérica fue casi completamente conquistada y ocupada por un ejército árabe. Una gran parte de las fuerzas armadas eran tribus bereberes de los actuales Marruecos, Túnez y Argelia. Debido a su color de piel oscuro, fueron llamados moros, derivados de la palabra griega “Mauros” (= oscuro).
Inmediatamente después de la ocupación, comenzó la “Reconquista”, una reconquista de España de 7 años por las tropas cristianas. La historia dice que el rey católico, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla enviaron un enviado a Mojácar el 10 de junio de 1488. “Soy tan español como tú”, el alcalde moro habría respondido al enviado, que le había pedido para volver a África “Debes tratarnos como hermanos, no como enemigos”. Una vez que la ciudad fue transferida a los cristianos, a los habitantes de Mojácar se les permitió continuar cultivando sus tierras. No hubo ganadores ni perdedores, y la naturaleza de esta coexistencia pacífica y el respeto mutuo entre culturas y regiones, entre moros, católicos y judíos aún vive en los corazones de la gente de Mojácar.